En estos días en los que el amor está presente allá donde vayas (corazones, globos, flores, bombones, más corazones ) he encontrado una frase sencilla que me ha gustado para definir el amor:
"El amor es un no sé qué, que empieza no se sabe cómo, y termina no se sabe cuándo".
Y
es que cuando se ama de verdad, no se puede pensar que el amor que se
siente pueda llegar a tener un fin. ¿Porqué pensar que el amor acabará
algún dia? Al menos así lo siento yo...
Todo esto viene a la leyenda de los Amantes de Teruel, que dado a su proximidad de la festividad, me apetecía reseñar. Y es que este fin de semana vamos unos amigos a la maravillosa ciudad de Teruel (si, os lo confirmo, Teruel existe) a revivir una de las leyendas mas hermosas de amor (a mi parecer), Los amantes de Teruel. Por ello comparto con vosotros esta maravillosa historia:
La historia puede relatarse así, un joven llamado Juan Martínez de Marcilla (más adelante se le llamó Diego) que tenía veintidós años, se enamoró de Isabel Segura, hija de Pedro Segura, era muy rico. Los jóvenes se amaban desde niños y
se veían continuamente, pues las casas eran vecinas. Ya mayores, el joven dijo que deseaba tomarla por mujer y ella respondió que su deseo era el mismo pero que nunca lo haría sin que su padre y su madre se lo mandasen.
Pidió el joven a Pedro Segura la mano de su hija, pero al no tener fortuna, el padre le dijo que daría a su hija en matrimonio si conseguía treinta mil sueldos de
dote y la casa en que vivía. Quedaron que esperase 5 años, fuera a la guerra para poder conseguir el dinero necesario. Ella consintió en el plazo y Diego partió a luchar contra los moros para ganar dinero.
Durante este tiempo la doncella fue muy presionada por el padre para
que tomase marido; la respuesta de ella fue negativa, pero a los 5 años el padre le dijo:
—Hija mía, es mi deseo que tomes esposo.
Y ella, viendo que los cinco años habían pasado y que en este tiempo nada había sabido del enamorado, decidió obedecer a su padre y éste la desposó con Azagra y al poco tiempo hicieron las bodas.
Y, por fin, se celebró el
matrimonio, justo el día en el que terminaba el plazo y Diego llegaba a Teruel con el trato cumplido. Al poco de llegar fue informado de que Isabel acaba de desposarse y va en su búsqueda para oir de su boca que se ha casado con otro. Le pide un beso a Isabel diciendo:
—Bésame, que sin remedio me muero.
Isabel se lo niega
porque ahora pertenece a otro hombre. Diego no resiste la negativa, es como
si algo se le rompiera por dentro. Cae fulminado al suelo. Ha muerto.
Al día siguiente se celebró el funeral del joven en San Pedro; una mujer enlutada se acercó al féretro; era Isabel, que quería dar al difunto el beso que le negó en vida; la joven posó sus labios sobre los del muerto y repentinamente cayó muerta junto a él.
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Sea como fuere, la historia sentimental y romántica de los
Amantes de Teruel debe figurar por derecho propio entre las más bellas
historias de amor. Os recomiendo encarecidamente que algún año os animéis a revivir la leyenda en las preciosas calles de Teruel, os sorprenderá y os transladaréis gustosamente al siglo XIII.
Os dejo que partimos ya para Teruel...
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