Blog que nace desde la pasión por la lectura y la fotografía. Pinceladas de un cuadro en el que todo tiene cabida, seleccionamos recortes de libros, citas.. los llamamos recorta2-cita2 y.....¡¡Pelillos a la mar!! Adelante, pasa y disfruta!!
martes, 29 de enero de 2013
RECORTA2
A veces, las
personas desaparecen delante de nuestros propios ojos. A veces, las personas te
descubren de repente, aunque te hayan estado mirando todo el tiempo. A veces, nos
perdemos de vista a nosotros mismos cuando no prestamos suficiente atención. Todos nos perdemos en alguna ocasión, sea
por decisión propia o debido a fuerzas que escapan a nuestro control. Cuando
descubrimos lo que nuestra alma necesita aprender, el camino de vuelta se
presenta por sí mismo. A veces vemos la salida, pero seguimos avanzando y
ahondando a pesar de nosotros mismos: el miedo, la rabia y la tristeza nos
impiden regresar. A veces preferimos permanecer perdidos y errantes, ya que
suele resultar más fácil. Otras veces hallamos la salida. pero, pase lo que
pase, siempre nos acaban encontrando.
Un lugar llamado aquí- Cecilia
Ahern
RECORTA2
"La gente en el metro se vuelve
fea. Lo da el lugar. Sobre todo por las mañanas. La fealdad las personas en el
metro no es casual, se produce porque nadie quiere estar allí. Cenando en un
restaurante en verano a la orilla del mar sucede todo lo contrario. El feo es
normal, el normal es guapo y el guapo lo es mucho. Eso pasa porque la gente
está donde quiere estar."
Para Ana (de tu muerto)-
Nuria Roca y Juan del Val.
jueves, 24 de enero de 2013
RECORTA2
El tiempo lo cura todo. Otra
milonga. El tiempo no cura nada. O cura lo que ya no importa. El tiempo es
precisamente lo que nos hiere.
Noches en vela. Apatía.
Distracciones constantes. Pensar en lo que se dijo, en lo que se va a decir. En
lo que se debería haber dicho. Mirar el horóscopo. El tuyo y el de él.
Idealizarlo. Ver su rostro en cada rostro. Euforia. Bajones. Hablar sola. No
comer. Beber en exceso. Vigilar el teléfono. Autocompadecerse. Hablar de
tonterías. Írsete la bola. Pensar en lo que ella pensaría. En qué estará
haciendo. Con quién. Llorar. Oír canciones tristes. Pensar en no pensar. Pensar
en pensar en no pensar. No dormir. No vivir. Eso es lo normal en el desamor.
Aunque, en realidad, fue mucho
peor. Mucho. Una profundidad peor.
Porque era el miedo.
Yo mataré monstruos por ti.
Cómo el amor no transformó el mundo-Ignacio del Valle.
RECORTA2
“Vuelvo a sentirlo. El hormigueo en la nuca. Los ojos del
cazador sobre su presa. Me vuelvo esperando ver… ¿qué? ¿El lobo de anoche? ¿Al
joven que me rescató y luego me dijo que huyera si quería salvar la vida? No
veo a ninguno de los dos. Talvez por la aglomeración de gente, aunque de ser
así tampoco ellos podrían verme. Pero alguien me está observando. En el fondo
de mi ser, en ese lugar que no responde a la razón ni la lógica, sino al mas
puro instinto animal, se que está aquí. Alguien en esta multitud de extraños me
esta observando. Alguien me acecha”
Aguas oscuras - Claudia Gray
martes, 22 de enero de 2013
RECORTA2
“-¿Qué es parar el mundo?- Parar el mundo es decidir conscientemente que
vas a salir de él para mejorarte y mejorarlo. Para poder moverte y moverlo
mejor.» En ese tiempo debes intentar que nadie ni nada te cree problemas.»
Alimentarte de buena literatura, de buen cine y, sobre todo, de la conversación
de una única persona que te inspire en este mundo. ¿Y sabes qué...?
-¿Qué?- dije
emocionado.
- Luego el mundo te premia. El universo conspira a favor de los que
lo mueven. Y ésos son los que lo paran. ¿Tú quieres mover el mundo o que te
mueva?”
Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven-Albert Espinosa
lunes, 21 de enero de 2013
jueves, 17 de enero de 2013
miércoles, 16 de enero de 2013
lunes, 14 de enero de 2013
RECORTA2
“El torbellino de sentimientos que luchaban por prevalecer en su pecho la obligaba a resolverse en la cama con una
sonrisa pertinaz que le hacía estirar la comisura de los labios. Debería ser
delito sentirse así de feliz. La sensación de bienestar era tan intensa que no
sabía qué hacer consigo misma.”
La princesa de Hielo-Camilla Läckberg
jueves, 10 de enero de 2013
miércoles, 9 de enero de 2013
RECORTA2
Carlos afirmaba cosas como que
“las gentes a las que les gusta vivir en pueblos pequeños son malas
personas”; “Imagine de John Lennon es una de las peores canciones de la
historia de la música”; “todavía no he tenido la suerte de encontrarme un
ecologista que no sea imbécil”; “las únicas mujeres que me parecen respetables
son las que dicen que sí”… El mérito no estaba en exponer aquellas sentencias
con el fin de provocar en cualquier tertulia, sino en cómo las argumentaba con
un cinismo tan brillante que acababa haciéndote reir y terminabas dándole la
razón por mucho que admiraras a John Lennon , o fueras ecologista, o vivieras
en un pueblo, o fueras una mujer que acostumbra a decir no. Daba igual. Carlos
te ganaba siempre y acababas dentro de su red, encantada de estar a su lado,
aunque ni siquiera fueras tú.
Ahora, pensando en su muerte, en
la carta que me mando, en la novela inacabada y en nuestro hijo, no puedo
quitarme de la cabeza otra de sus frases: “la
verdad está sobrevalorada, en realidad, no es tan importante”.
Para Ana (de tu muerto)-Nuria Roca y Juan del Val
martes, 8 de enero de 2013
RECORTA2
La abadesa se incorporó, alzó
dos pesadas piezas del tablero y se las entregó a las novicias.
Por turno, Valentine y Mireille besaron el anillo de la abadesa y, con sumo cuidado, llevaron sus extrañas posesiones a la puerta del estudio. Estaban a punto de salir cuando Mireille se dio la vuelta y habló por primera vez desde que habían entrado en la estancia.
—Reverenda madre, ¿me permite preguntarle adónde irá? Nos gustaría recordarla y enviarle nuestros buenos deseos dondequiera que esté.
—Haré un viaje con el que he soñado durante más de cuarenta años —respondió la abadesa—. Tengo una amiga a la que no visito desde la infancia. En aquellos tiempos... os diré que a veces Valentine me recuerda muchísimo a esa vieja amiga. La recuerdo tan alegre, tan llena de vitalidad...
La abadesa hizo silencio y a Mireille le pareció que se tornaba soñadora, si es que podía decirse semejante cosa de una persona tan augusta.
—Reverenda madre, ¿su amiga vive en Francia? —preguntó.
—No, vive en Rusia —respondió la abadesa.
Bajo la tenue luz gris de la mañana, dos mujeres ataviadas para el largo viaje salieron de la abadía y treparon a un carro de heno. Franquearon las impresionantes puertas y comenzaron a cruzar las estribaciones. Cayó una ligera bruma que las ocultó cuando atravesaron el valle distante.
Estaban asustadas. Se cubrieron con las esclavinas y se alegraron de cumplir una misión sagrada cuando volvieran a entrar en el mundo del que durante tanto tiempo habían estado aisladas. Pero no fue Dios quien las observó en silencio desde la cima de la montaña mientras el carro de heno descendía lentamente hacia la penumbra del lecho del valle.
Por turno, Valentine y Mireille besaron el anillo de la abadesa y, con sumo cuidado, llevaron sus extrañas posesiones a la puerta del estudio. Estaban a punto de salir cuando Mireille se dio la vuelta y habló por primera vez desde que habían entrado en la estancia.
—Reverenda madre, ¿me permite preguntarle adónde irá? Nos gustaría recordarla y enviarle nuestros buenos deseos dondequiera que esté.
—Haré un viaje con el que he soñado durante más de cuarenta años —respondió la abadesa—. Tengo una amiga a la que no visito desde la infancia. En aquellos tiempos... os diré que a veces Valentine me recuerda muchísimo a esa vieja amiga. La recuerdo tan alegre, tan llena de vitalidad...
La abadesa hizo silencio y a Mireille le pareció que se tornaba soñadora, si es que podía decirse semejante cosa de una persona tan augusta.
—Reverenda madre, ¿su amiga vive en Francia? —preguntó.
—No, vive en Rusia —respondió la abadesa.
Bajo la tenue luz gris de la mañana, dos mujeres ataviadas para el largo viaje salieron de la abadía y treparon a un carro de heno. Franquearon las impresionantes puertas y comenzaron a cruzar las estribaciones. Cayó una ligera bruma que las ocultó cuando atravesaron el valle distante.
Estaban asustadas. Se cubrieron con las esclavinas y se alegraron de cumplir una misión sagrada cuando volvieran a entrar en el mundo del que durante tanto tiempo habían estado aisladas. Pero no fue Dios quien las observó en silencio desde la cima de la montaña mientras el carro de heno descendía lentamente hacia la penumbra del lecho del valle.
En lo alto de una cumbre nevada, por encima de la abadía, un
jinete solitario montaba un caballo claro. Observó el carro hasta que se fundió
con la oscura bruma. Azuzó el caballo y se alejó al galope.
El Ocho- Katherine Neville.
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