martes, 24 de septiembre de 2013

RECORTA2

“Hind le señaló a su amante, hembra de su misma familia, hija de un primo del califa muerto en batalla, y de su misma edad, junto a la que había crecido, pues había llegado a palacio cuando contaba seis años, y había surgido la pasión entre ellas cumplidos los trece. Le aseguró que sentía por ella “un amor puro como el rocío del alba”, y que si algún día ella le faltara, la vida perdería todo el sentido”.
Lubná descubrió una nueva Hind, desprovista de ese halo burlón que encontraba la sátira de toda situación, y la contempló en silencio y respetuosa porque, realmente, su perceptora tenía el mismo miedo a la soledad que cualquier mujer de las que había conocido ella en su infancia, y la comprendió vulnerable y frágil, como cualquiera que ha depositado en otro ser su amor, y se alegró por ella, porque sabía lo más esencial de la existencia, dónde encontrar su felicidad"
 





Magdalena Lasala- La estirpe de la mariposa.
 

RECORTA2



“Lubná contemplaba a su madre, azacanada y nerviosa, de un lado para otro, cogiendo y dejando cosas con una mano, pues la otra la llevaba pegada a la mariposa de su cuello.
La niña sentía fascinación por ese colgante que cambiaba de color y con el que los dedos de su madre jugueteaban desde que su memoria tenía recuerdos. Ella le había contado su secreto muchas veces, entre risas, jugando: “Que esa mariposa era el alma femenina, siempre a la vista de todos en una mujer, pero sólo visible a los ojos de quien se atreviera a mirarla”. Como era muy pequeña, se lo hacía repetir a su madre, como si fuese un cuento, una y otra y muchas veces, hasta que un día ya no había necesitado preguntar, porque de pronto y sin saber cómo, había comenzado a sentirlo.”


 


Magdalena Lasala- La estirpe de la mariposa.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

RECORTA2


" Un, dos…, tres…
—¿Sí? —contestó.
—Pongamos que soy una fracasada, ¿me seguirías queriendo? —pregunté con soltura.
Lola soltó una carcajada que me hizo vibrar el tímpano.
—Eres una paranoica —contestó.
—No es paranoia. Aún no he escrito ni una buena frase. En la editorial me van a dar una patada en el culo. Una patada enorme. O, mejor dicho, les dará igual. Me la estoy dando yo misma.
—Nadie más que yo puede patearte el culo, Valeria —añadió cariñosa, como quien hace un mimo.
—¿Sabes qué es lo más complicado para un escritor novel? Publicar su segunda novela. Segunda novela… Eso ya implica al menos tener algo. Lo que yo tengo entre manos es un mojón. Mi segunda mierda, eso va a ser.
—Eres tonta.
—Hablo en serio, Lola. Creo que me he equivocado dejando el trabajo. —Me agarré la cabeza entre las manos y noté el bamboleo flácido de mi moño deshecho.
—No digas tonterías. Estabas hasta las narices, tu jefe era feo a rabiar y ahora tienes lo suficiente para vivir. ¿Dónde está el problema?"



Elisabet Benavent- En los zapatos de Valeria