“ Intenté mantenerme alejada de Anton. Dios sabe que lo intenté. Pero el haberle conocido había alterado mi centro de gravedad y aniquilado toda posibilidad de elegir. Hasta ese momento había tenido la sensación de que mi vida avanzaba perezosamente. De repente había ganado velocidad, como si se precipitara por un túnel mientras yo hacía lo posible por frenar.
Aguantamos casi seis semanas, cuarenta angustiosos días,
diciéndonos adiós, optando por la soledad y el honor en lugar de la culpa de
estar juntos. Mis despedidas eran sinceras, pero tarde o temprano el deseo
imparable me obligaba a descolgar el teléfono y susurrarle que viniera. Tengo
la sensación de que nunca dormí durante esa espantosa época”.
Marian Keyes-¿Quién te lo ha contado?
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