miércoles, 9 de enero de 2013



RECORTA2



Carlos afirmaba cosas como que “las gentes a las que les gusta vivir  en pueblos pequeños son malas personas”; “Imagine  de John Lennon es una de las peores canciones de la historia de la música”; “todavía no he tenido la suerte de encontrarme un ecologista que no sea imbécil”; “las únicas mujeres que me parecen respetables son las que dicen que sí”… El mérito no estaba en exponer aquellas sentencias con el fin de provocar en cualquier tertulia, sino en cómo las argumentaba con un cinismo tan brillante que acababa haciéndote reir y terminabas dándole la razón por mucho que admiraras a John Lennon , o fueras ecologista, o vivieras en un pueblo, o fueras una mujer que acostumbra a decir no. Daba igual. Carlos te ganaba siempre y acababas dentro de su red, encantada de estar a su lado, aunque ni siquiera fueras tú.
Ahora, pensando en su muerte, en la carta que me mando, en la novela inacabada y en nuestro hijo, no puedo quitarme de la cabeza otra de sus frases: “la verdad está sobrevalorada, en realidad, no es tan importante”.

 

Para Ana (de tu muerto)-Nuria Roca y Juan del Val

 

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