martes, 24 de septiembre de 2013

RECORTA2



“Lubná contemplaba a su madre, azacanada y nerviosa, de un lado para otro, cogiendo y dejando cosas con una mano, pues la otra la llevaba pegada a la mariposa de su cuello.
La niña sentía fascinación por ese colgante que cambiaba de color y con el que los dedos de su madre jugueteaban desde que su memoria tenía recuerdos. Ella le había contado su secreto muchas veces, entre risas, jugando: “Que esa mariposa era el alma femenina, siempre a la vista de todos en una mujer, pero sólo visible a los ojos de quien se atreviera a mirarla”. Como era muy pequeña, se lo hacía repetir a su madre, como si fuese un cuento, una y otra y muchas veces, hasta que un día ya no había necesitado preguntar, porque de pronto y sin saber cómo, había comenzado a sentirlo.”


 


Magdalena Lasala- La estirpe de la mariposa.

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