miércoles, 1 de agosto de 2012




RECORTA2

-¡Qué sensación más extraña!- dijo Alicia-. Me debo estar encogiendo como un telescopio.
Y así era en efecto; ahora medía sólo veinticinco centímetros, y su cara se iluminó de alegría al pensar que tenía la talla adecuada para pasar por la puertecita y meterse en el maravilloso jardín. Primero, no obstante, esperó unos minutos para ver si seguía todavía disminuyendo de tamaño y esta posibilidad la puso un poco nerviosa. “No vaya a consumirme del todo, como una vele”, se dijo para sus adentros. “¿Qué sería de mí entonces?” E intentó imaginar qué ocurría con la llama de una vela, cuando la vela estaba apagada, pues no podía recordar haber visto nunca una cosa así.

Alicia en el País de las Maravillas- Lewis Carrol.

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