domingo, 16 de diciembre de 2012


RECORTA2

El sábado por la noche, a la hora  acordada, Lisbeth Salander volvió al piso de Nils Bjurman, enOdenplan. La dejó entrar con una educada y acogedora sonrisa.
- ¿Cómo estas hoy, querida Lisbeth? - preguntó a modo de saludo.
Ella no contestó. Él le puso un brazo alrededor del hombro.
- Tal vez me pasara el otro día - dijo -. Te vi bastante hecha polvo.Lisbeth le obsequió con una sonrisa agria y al abogado le invadió una repentina sensación de inseguridad. "Esta tía está chiflada. Que no se me olvide". Se preguntaba si ella terminaría acostumbrándose y aceptando la situación.
- ¿Vamos al dormitorio?- preguntó Lisbeth Salander.
"Claro, que a lo mejor le va la marcha..." La condujo a la habitación pasándole un brazo por encima del hombro, tal y como hizo la vez anterior. "Hoy la trataré con más cuidado. Así me ganaré su confianza". Ya había sacado las esposas;estaban sobre la cómoda. Hasta que llegaron a la cama el abogado Bjurman no advirtió que pasaba algo raro.
Era ella la que lo llevaba a él a la cama, y no al revés. Se quedó parado, mirándola desconcertado, cuando Lisbeth sacó algo del bolsillo de la cazadora. Al principio le pareció un teléfono móvil. Luego vio sus ojos.
- Di buenas noches- dijo ella.
Subió la pistola eléctrica hasta su axila izquierda y le disparó 75.000 voltios. Cuando sus piernas empezaron a flaquear, ella apoyo el hombro contra su cuerpo y empleó todas sus fuerzas para tumbarle sobre la cama.


Los hombres que no amaban a las mujeres-Stieg Larsson

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario