RECORTA2
—Siga adelante —me dijo—. Le aseguro que no hay ningún peligro.
¡No, ninguno, desde luego que no! Sólo una caída de yo qué sé cuántos cientos de metros. Pero daba igual, ya estaba allí y tenía que seguir avanzando. Retroceder y quedarme con los niños no era factible porque no tenía ni idea de cómo dar la vuelta sin matarme. Era mejor continuar y no pensarlo. ¿No decían que los valientes no eran los que no tenían miedo sino los que, teniéndolo, se enfrentaban a él y lo superaban? Pues a esa idea tenía que agarrarme con la misma fuerza con que me agarraba a las dichosas cadenas. Yo era valiente, muy valiente. Y, aunque me temblaran las piernas, aquella situación lo demostraba.
Aún continuaba en estado de atontamiento cuando puse el pie, por
fin, en la pilastra. ¿Había llegado al final...? ¿De verdad?
Todo bajo el cielo- Matilde Asensi
No hay comentarios:
Publicar un comentario