RECORTA2
Primer día de junio, una tarde
soleada, lunes. Tras sobrevolar las calles y casas de Dublín, llego al fin.
Entro a través del tejado. Me cuelo por un tragaluz en una sala de estar y al
instante me percato de que la persona que aquí vive es una mujer. La decoración
tiene un toque femenino, con echarpes de colores pastel sobre el sofá y cosas
así. Dos plantas. Las dos vivas. Un televisor de modestas proporciones.
Parece que he llegado en mitad de algo. Hay varias personas de
pie en un círculo incómodo, bebiendo champán y haciendo ver que encuentran
gracioso lo que los demás dicen. Por la variedad de edades deduzco que se trata
de un acontecimiento familiar.
Abundan las tarjetas de cumpleaños. Los envoltorios de papel
desgarrados. Regalos. Hablan de ir tirando hacia el restaurante. Ávido de
información, leo las tarjetas. Van dirigidas a alguien que se llama Katie y
que, según parece, está celebrando su cuarenta cumpleaños. Jamás habría
imaginado que algo así mereciera mucha celebración, pero hay de todo en la viña
del Señor, según me han contado.
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