RECORTA2
Edward se iba a llevar un chasco
si pensaba que me estaba tirando un farol. Ya había tomado mi decisión, estaba
segura. No me importaba que mi cuerpo fuera tan rígido como una tabla, que mis
manos se transformaran en puños y mi respiración se volviera irregular... Se
rió de forma enigmática y se irguió con gesto de verdadera desaprobación. —No
te puedes haber creído de verdad que me iba a rendir tan fácilmente —dijo con
un punto de amargura en su tono burlón. —Una chica tiene derecho a soñar.
Enarcó las cejas. — ¿Sueñas con convertirte en un monstruo? —No exactamente
—repliqué. Fruncí el ceño ante la palabra que había escogido. En verdad, era
eso, un monstruo—. Más bien sueño con poder estar contigo para siempre. Su
expresión se alteró, más suave y triste a causa del sútil dolor que impregnaba
mi voz. —Bella —sus dedos recorrieron con ligereza el contorno de mis labios—.
Yo voy a estar contigo..., ¿no basta con eso? Edward puso las yemas de los
dedos sobre mis labios, que esbozaron una sonrisa. —Basta por ahora. Torció el
gesto ante mi tenacidad. Esta noche ninguno de los dos parecía darse por
vencido. Espiró con tal fuerza que casi pareció un gruñido. Le acaricié el
rostro y le dije: —Mira, te quiero más que a nada en el mundo. ¿No te basta
eso? —Sí, es suficiente —contestó, sonriendo—. Suficiente para siempre. Y se
inclinó para presionar una vez más sus labios fríos contra mi garganta.
Crepúsculo-Stephenie Meyer
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